Bichos asesinos: la serpiente más venenosa del mundo
El taipán australiano tiene la toxina más devastadora jamás descubierta en un ofidio
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Muchos australianos le deben su vida a Kevin Budden, un herpetólogo aficionado que a los dieciocho años ya había capturado 59 serpientes venenosas “como hobby”, siendo mordido “solo cinco veces”, según declaraba en 1948 a un periódico local de Adelaida. En 1950, Budden consiguió atrapar un gran taipán que devoraba una rata cerca de Cairns. Cuando intentaba meterlo en un saco, el bicho se soltó y le mordió en un dedo; fue trasladado a un hospital, pero murió dos días después. El taipán, el primero de su especie capturado vivo, se envió a los laboratorios serológicos de la Commonwealth en Melbourne, donde le fue extraído el veneno —un cóctel letal de neurotoxinas, miotoxinas y hemotoxinas capaz de matarte en menos de media hora— y gracias a ello se logró el antídoto.
En Australia viven más de sesenta tipos de serpientes venenosas, todas ellas elápidos, el mismo grupo al que pertenecen las mambas africanas y las cobras. Alrededor de media docena están entre los ofidios más venenosos del planeta; y uno de ellos, el taipán del interior (Oxyuranus microlepidotus), tiene el veneno más devastador jamás descubierto en una serpiente: cincuenta veces más mortífero que el de la cobra (con una sola mordida podría matar a cien personas o a doscientos cincuenta mil ratones). A pesar de la potencia de su veneno, el taipán del interior (Inland Taipan, en inglés) es un reptil tímido y discreto que vive en las remotas regiones del centro del país, por lo que sus encuentros con los humanos son muy raros. No ocurre así con el taipán de costa (Oxyuranus scutellatus), la especie que picó a Kevin Budden, mucho más agresiva, que además vive en las zonas costeras de Australia, como las personas.

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