Macrofotografía extrema: Lo que el ojo no ve
El fotógrafo Javier Rupérez cuenta cómo fotografía los insectos
Existe un micromundo que nuestros ojos no son capaces de percibir. El mundo de los insectos desde nuestra capacidad visual son simples bichitos, pero si lo observamos a través de la macrofotografía extrema descubriremos un nuevo mundo de seres peludos y de apariencia monstruosa. El fotógrafo malagueño Javier Rupérez cuenta cómo con la técnica de apilado es capaz de mostrar ese mundo oculto al ojo humano.
La afición de Rupérez por la fotografía viene de muy atrás, de la época analógica.
Pero fue la revolución de la fotografía digital la que desarrolló en Javier la especialidad del macro extremo. Cuando hablamos de macro “normal”, estamos hablando de ampliaciones relativamente discretas, como máximo de una relación 1x, pero cuando hablamos de macro extremo, todo es mucho más complejo, hablamos de ampliaciones que van desde 2x a 12x normalmente, y a veces hasta 20x, 60x o incluso más. Es una vuelta de tuerca al macro tradicional, que con el adecuado tratamiento informático, ofrece una nueva perspectiva de lo que es realmente pequeño.
La técnica del apilado: El apilado es la base del macro extremo, es el método que permite obtener una fotografía de enorme aumento con todo el plano enfocado. “Cuando hacemos macro extremo, a veces estamos fotografiando insectos que en total miden no más de 3 ó 4 mm. Por tanto, este tipo de insectos tan pequeños requieren ampliaciones enormes, si queremos cubrir todo el sensor de la cámara. Esto solo se puede conseguir con objetivos específicos, y mediante la técnica del apilado. Lo primero que hay que entender es por qué́ son necesarias muchas fotografías para captar un solo insecto, y también hay que entender qué es a lo que llamamos “un apilado” y por qué es necesario. Aquí entra en juego la profundidad de campo (PDC). Si en macro digamos “normal” la profundidad de campo es a veces crítica para los fotógrafos, lo que obliga a cerrar diafragma para intentar sacar a foco la mayor parte del protagonista, cuando hablamos de macro extremo (ampliaciones de más de 2x) la PDC es ínfima, casi inexistente. Por tanto, si queremos fotografiar un insecto digamos a 7x de ampliación, por ejemplo, y que esté completamente enfocado, necesitaremos hacer aproximádamente 200 fotos o más para conseguirlo. Pero ¿para qué tantas fotos? En resumen diré que son necesarias para poder hacer una pila con ellas, y obtener, por medio de un software especializado, la parte enfocada de cada una de las fotografías, uniendo todas ellas en una sola fotografía en la que el foco es completo en todo el insecto (esto es apilar). Y esto es lo que era imposible de conseguir en la época de la fotografía analógica, por razones obvias”. Dice Javier Rupérez
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